También se suele distinguir si estos músicos hacen culto o no al consumo de sustancias. (¡Habla del faso!) casi naturalizando el prejuicio del rock.
Pero quiero remarcar lo que es para mí lo más interesante de todo esto. La sutileza (o carencia de ella) con que algunos autores expresan su necesidad de alejarse del mundo real.
Un ejemplo claro y muy evidente es de Babasónicos:
En la palestra de desconocidosTotalmente psicodélica. Una canción ideal para esas noches de humo...Incluso supe de algunos que de escucharla nomás ya empezaron a sentir que volaban.
buscó a su lado el calor
y simulando mojarle el oído
le besó el cuello y le dijo.
Me gustas tanto
quisiera aprenderme tu nombre
me gustas tanto que
no sé por donde voy.
Me le acerqué suspicaz
y le tendí un anzuelo
vamos a fumar un porro ahí.
Me gusta verte reír
me gusta tanto tu coqueteo.
Me gusta verte reír
me gusta tanto tu coqueteo.
Tengo una idea, no me hables de tí
y mucho menos de tu pasado
algo en tus labios color carmín
sugiere que vayamos al grano.
Me gustas tanto
quisiera aprenderme tu nombre
me gustas tanto que
no sé por donde voy.
Me gustas tanto
quisiera aprenderme tu nombre
me gustas tanto que
no sé por donde voy.
Oh! la alegría llegó
la alegría llegó
y sé que no dura para siempre.
Oh! la alegría llegó
la alegría llegó
y sé que no dura para siempre.
Me gustas tanto
me gustas tanto que
me gustas tanto...
Si bien es una balada bastante explícita (sobre todo acompañada de una video con tanto flash) tiene una tendencia melódica que no apunta a un sector de la población totalmente idiotizado por el consumo de anfetaminas. Es un ritmo que podría escuchar tu abuela y pensar que habla de amor.
Mis respetos a Babasónicos, por su sutileza. Pero más me interesa a mí la no-sutileza. La lista se extiende ahora, o sea que la selección es casi aleatoria. Veamos qué dice Chizzo, por poner un ejemplo:
Cocaína, cocaína, ya me voy para Bolivia.
Cocaína, marihuana, me espera una boliviana.
Cuando vaya pa' Bolivia por las calles voy a andar,
quizás entre en un cine y después entre en un bar.
Seré amable con la gente, les daré mi corazón,
y a cada fiesta que me inviten, les cantaré mi canción.
Cocaína, cocaína, ya me voy...
Y no sé para que voy si no tengo ningún pariente,
pero es siempre conveniente conocer otros países,
sobre todo cuando dicen que está en vías de desarrollo,
entonces yo le brindo mi apoyo entonando mi canción.
Cocaína, cocaína, ya me voy...
Y cuando esté por ahí voy a ir a un Centro Cultural
a informarme de su estatus y su histórico pasar.
Compartiremos poesías, historias y geografías,
ellos me hablarán de su patria,
yo les hablaré de la mía.
Cocaína, cocaína, ya me voy...
Cuando vuelva de Bolivia, traeré pa' mis hermanos
una bolsa, una bolsa así grandota de regalo.
Cocaína, cocaína, ya me voy...
Cocaína, cocaína, me corre la policía,
cocaína, marihuana, por traficante voy en cana.
Cocaína, cocaína, se la queda la policía,
cocaína, marihuana, prenden fuego y no queman nada.
Lo que me gusta de poner estas dos canciones de frente es sentir el contraste como un tortazo en la cara. ¿A qué padre le gustaría que su hija ponga este tema de ringtone?
Desde Eric Clapton, pasando por los Beatles, y las lamentables acotaciones de Pablo Lescano, la droga se fue haciendo cada vez más común. Pero la forma de expresar el amor por ella queda a criterio de cada banda. Algunas homenajean sus rituales, otras se quejan de que falta, hay quienes tratan de legalizarla, pero todos hablan de ella.
Me gusta la canción de la Renga porque dice todo lo que la gente buena no quiere escuchar. Y te lo grita en la cara. Y Babasónicos, con un poco más de glamour, hace honor a la sutileza del rock.
La lista de artistas que rinden culto a las drogas es interminable, por eso el próximo post de Che Ciruja es mucho más interesante: una ardua búsqueda de canciones anti-porro.
Difícil, ¿no? ¡Hasta entonces!